Luisa González y Daniel Noboa.Cesar Munoz / AP
Cercanía con EE.UU.
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Todas estas fuerzas conservadoras, junto a los grandes medios, se alinearon y lograron cercar a las fuerzas izquierdistas en una campaña en la que éstas tampoco pudieron ofrecer medidas radicales contra el flagelo de la narcodelincuencia que tiene azotado al país.
Lo cierto es que esta es la tercera derrota seguida del correísmo, quien ahora, después de desconocer al presidente, será la primera mayoría en el Poder Legislativo donde además tendrá aliados, ahora mucho más cohesionados, con los que puede enfrentar al gobierno que, además, tiene pautado un conjunto de decisiones que ya han sido rechazadas por el conjunto de fuerzas opositoras.
Así las cosas, la política ecuatoriana entra en un nuevo panorama. Por un lado, con el afianzamiento del proyecto pro-estadounidense de Noboa —quien podría reelegirse para un tercer período (2029-2033)—, y por el otro, con una política que va a estar en constante ebullición por el grado de polarización que enfrentará el país luego que la principal fuerza política desconozca al primer mandatario y denuncie como espuria la legitimidad presidencial.
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Las dudas sobre la legitimidad del proceso electoral en Ecuador no son exclusivas del país, ya que se han presentado en diversas naciones de la región con gobiernos de distintos signo. Puede que estemos entrando en una nueva época en la que la decisión soberana sobre el voto ya no es tan incuestionada como sucedió en las primeras dos décadas del siglo, en las que fuerzas contrarias se sucedían el poder político en un ambiente polarizado pero con claras líneas rojas que todos atendían.
El triunfo de Noboa le abre las puertas de América Latina a las fuerzas conservadoras que han llegado al poder en Washington, habrá que observar cómo se plantarán las fuerzas izquierdistas en este nuevo orden de pugnacidad.
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